Departamento de Física

Facultad de Ciencia
Universidad de Santiago de Chile

Nuevas salas de aprendizaje colaborativo: ¿y la inversión para los docentes?

Mayo
16
2019

En las últimas cuatro décadas han sido numerosas las investigaciones que reportan grandes beneficios en los aprendizajes cuando se implementan estrategias centradas en el estudiante o también llamadas estrategias de aprendizaje activo. Estas estrategias fomentan el trabajo colaborativo y el rol activo del estudiantado en el aula y, por ende, son muy diferentes de lo que habitualmente suele ocurrir dentro de una sala de clases tradicional.

por  14 mayo 2019.

En un ambiente de clase tradicional el protagonismo es del docente. Lo habitual es que en la sala de clases el profesor sea quien habla y los estudiantes tienen un rol pasivo, escuchando al docente y participando solo cuando él lo permite.

En contraste, una clase basada en aprendizaje activo requiere al estudiante como protagonista y al docente como un guía del proceso. Lo anterior implica contar con espacios adecuados para que los estudiantes conversen, trabajen en grupos y donde el docente pueda circular por el aula orientando a sus alumnos en las actividades. Todo lo contrario a tener una posición única frente a la clase.

En este marco, ha sido una grata sorpresa que la ministra de Educación anunciara recientemente que todas las escuelas públicas del país contarán con salas de clases acondicionadas para implementar aprendizaje colaborativo. Estas salas tendrán mobiliario especial que facilitará el trabajo en grupo, además de pizarras móviles, entre otros recursos.

Sin embargo, y aunque contar con infraestructura adecuada facilita la implementación, la principal “tecnología” requerida para un aprendizaje activo efectivo es el docente.

Las iniciativas que hemos desarrollado en la Universidad de Santiago de Chile, desde el grupo de investigación en didáctica de la física y que se han centrado en la enseñanza de esta disciplina, nos han mostrado que ninguna metodología puede implementarse siguiendo una receta de pasos y etapas establecidos en la teoría, sin que el docente reflexione previamente respecto a su rol y el de los estudiantes dentro del aula.

Cambiar el foco al planificar una clase, por ejemplo, modificando la pregunta desde el clásico "¿qué contenido voy a enseñar?" a "¿qué quiero que mis estudiantes aprendan?", marca una diferencia considerable a la hora de implementar estrategias activas y colaborativas en clases, y es este el tipo de preguntas que se debe fomentar desde una práctica docente reflexiva.

Con base en la experiencia y las décadas de investigaciones que sustentan la innovación en didáctica de todas las disciplinas, es necesario que la inversión en infraestructura vaya acompañada de políticas públicas que fomenten la creación de nuevas acciones formativas, para perfeccionamiento docente acorde con los desafíos que este tipo de aulas representan para los profesores en la escuela.

Del mismo modo, y en el marco de la nueva Ley de Desarrollo Profesional Docente, es urgente considerar que la mejor oportunidad para introducir cambios es durante la formación inicial, donde los futuros profesores puedan cuestionar los propios modelos con los que han sido formados. Para esto, las universidades, organismos a cargo de los diversos sistemas de evaluación y acreditación de pedagogías, y los propios formadores de formadores tenemos todavía mucho por hacer.

En las últimas cuatro décadas han sido numerosas las investigaciones que reportan grandes beneficios en los aprendizajes cuando se implementan estrategias centradas en el estudiante o también llamadas estrategias de aprendizaje activo. Estas estrategias fomentan el trabajo colaborativo y el rol activo del estudiantado en el aula y, por ende, son muy diferentes de lo que habitualmente suele ocurrir dentro de una sala de clases tradicional. 

Columna de El Mostrador.