El proyecto fue puesto en marcha en cinco colegios de la Región Metropolitana, e incluyó jornadas de trabajo con docentes de Física durante un año. Mediante la aplicación de instrumentos que evaluaron el aprendizaje de estudiantes secundarios en el ramo de Física, se constató la eficacia de las metodologías activas para disminuir las brechas de género en la educación científica.